miércoles, noviembre 01, 2006

Barbierización Andina


En la navidad del año pasado, y después de mucho tiempo, el tío Gumersindo visitó, por fin, a la familia; Viajó todo un día desde la capital en un bus que por poco termina como chatarra en medio del río Vischongo, y varias horas en un burro desorientado que no quería por nada caminar en el sendero marcado.

Llegó al pórtico muy temprano, tambaleándose por el peso de un enorme paquete tubular que, si bien estaba revestido con manto, dejaba mostrar parte de los exuberantes regalos gringos que tan afanosamente se había encargado de seleccionar en su tour por los hipermercados de la capital.

Antonita fue la primera en ver al tío, y como no lo reconoció, comenzó a lanzar unos gritos y llantos, que despertaron instantáneamente a todo el gallinero; pronto se formó un coro estruendoso de animales de toda índole y naturaleza que despertaron a la familia y a todas aldeas cercanas.

La única que identificó al tío Gumersindo fue su cuñada; y es que sin las ojotas, el pelo largo, y todos lo collares de conchas que usaba, ni su hermano lo reconoció. En Lima, había pasado de chamán a vidente, y se había vuelto casi millonario predicando e inventando el futuro de las señoronas sanisidrinas que buscaban pretextos para volver con sus maridos sacavuelteros. El tío, vestido con una camisa de seda, ropones marrones, zapatillas urbanas y lentes de sol, fue recibido con gran entusiasmo por su hermano que con grandes abrazos lo alabó e invitó a desayunar.

Mientras desayunaban, el tío les contó varias historias de la vida en la capital, cómo había cambiado su vida y hasta que estaba pensando en ir a los Estados Unidos o Europa, en donde hay un mercado mucho mayor de sacavuelteros.
Antonita, siempre preguntona, prestaba atención abriendo con unos ojos enormes, a cada sílaba que salía por la boca del tío; muy atenta, no quitaba los ojos de los lentes oscuros de su tío y más aún cuando él la miraba y podía verse reflejada en las lunas.

Cuando terminaron de comer todas las yucas con leche, el tío Gumersindo cogió su encomienda y comenzó a desenvolver el manto. Poco a poco aparecían paquetes de regular tamaño cubiertos de papeles muy coloridos. Repartió los regalos entre sus extasiados sobrinos que no atinaban a decir palabra alguna.

El regalo de Antonita fue el más emotivo; lágrimas corrían por sus ojos, nunca había recibido algo tan colorido y bonito. Lo abrió muy rápido y pronto se dió con la sorpresa que era una mujer muy pequeña, una muñeca muy blanca con el pelo rubio, tanto que brillaba. Pronto su olor le perfumaba toda la ropa; dormía con la muñeca y no la dejaba por nada. Llego a idolatrarla y hasta decía que era su mamacha y a veces su diosita Mama Ocllo.

El apego por la muñeca llegó a tal extremo que no pensaba ni atinaba a decir alguna cosa que no esté relacionada con la muñeca. Se pasaba horas cogiendole el pelo sentada al costado del río. Corría todas las tardes hasta la zona más blanca del río y cogía la arena y se le refregaba por todo el cuerpo.

Un día hasta se olvidó de arriar a las ovejas y se perdieron antes de llegar al corral. No le importó siquiera sus animales, fieles compañeros de juegos y aventuras desde hacía varios años anteriores.

La barbie cambió la vida de Antonita y pasó a ser parte de su conciente e inconciente.

Un día llegó una turista canadiense que estaba dando vueltas en bicicleta por el medio de los andes. Era rubia de ojos celestes y muy blanca. Cuando la llegó venir, caminando por entre los pastizales, empujando su bicicleta, no pudo contener las lágrimas. Era como si viera a Dios.

al final pierde el sentido y el mundo está loco.

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La

La barbie

quería ser como la mamacha, se comenzó a poner tierra blanca del río en el cuerpo y le salieron hongos

el pelo se lo cortaba y pintaba con colorantes... inca cola..

veía sus piernas muy distints y trata de hacer los pos

los ojos celestes no paraba de mirarlos

el tío le decía lo que debía hacer

preguntaba siempre por qué la muñeca era tan linda?

siempre quería ser como su diosita, se puso x x x

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Mama

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