sábado, noviembre 25, 2006

Caral



Hoy viajé en el tiempo hasta los inicios de la civilización americana, a una enorme ciudad de piedra y barro con pirámides y anfiteatros en el Valle del río Supe, ciudad que los arqueólogos modernos han bautizado como Caral.


Ida
La ida por la Panamericana Norte auguraba un día muy nublado, especialmente en Pasamayo, donde las nubes parecen brotar de la carretera y entreverarse con el viento, las dunas, los camiones, las camionetas, los autobuses, los automóviles y la emoción que cercaba la camioneta.

Viajamos más de dos horas y, después de comer un buen sánguche de chicharrón en uno de los grifos cercanos a Huacho y de terminar sorprendidos por la cantidad de invasiones y pueblos jóvenes que han crecido alrededor de las dunas anconeras, llegamos al kilómetro 184 de la Panamericana Norte, en Barranca.

Hicimos un alto por varios minutos y luego nos adentramos en un camino sin asfaltar y muy áspero. Ese tramo del viaje fue algo largo y no por la distancia, sino por lo rústico del camino, pero se hizo corto gracias al paisaje visual que ofrece el valle del río Supe, que nos exhibe muchos sembríos, plantaciones, animales y pobladores.


Caral
Pronto pasamos por la parte izquierda de las ruinas, botando polvo con la camioneta y al estacionar, lo primero que vimos fue la pequeña estación turística que muy bien ha montado el Proyecto Caral, la cual no desentona con las ruinas y el paisaje y está marcada principalmente por esteras refinadas y madera del valle. En ese pequeño módulo, hay chozas de tiendas, un restaurante y zonas para artesanos.

En ese parador descansamos unos minutos, pagamos las entradas y nos inmiscuímos en la ciudad capital de Supe.


Altar de fuego
En Caral se siente la presencia del fuego por muchos rincones, dado que en la época de esplendor de esta civilización el fuego o la quema era la forma de adoración más grande. Como debía ser, el altar principal es uno especialmente hecho para fuego, una especie de horno andino, diseñado en forma circular con entradas y salidas especiales de aire para avivar la brasa. Actualmente el altar está en restauración, y se dice tenía una altura de más de dos metros.


Anfiteatro
Cerca del altar está el gran anfiteatro de Caral, que consiste en un gran escenario circular de piedra y dos escaleras de acceso. Algo interesante es que toda la ciudad de Caral ha sido construida con piedras no muy pulidas y unidas desordenamente con barro que, en esta antigua ciudad, hace las veces del cemento en la selva de cemento limeña.


Pirámides
En la urbe ancestral existen 7 pirámides, las cuales están muy deterioradas, por lo que los arqueólogos están muy afanados en reconstruirlas. Son todas escalonadas, con escaleras centrales muy empinadas y hechas de piedra. Lástima que aún no se les llegue a apreciar en su total magnitud. Pienso que el Proyecto Caral debería trabajar, aparte de excavación y conservación, en ofrecer una visión más palpable de la vida en la ciudad. Quizás reconstruir totalmente una de las pirámides y montar una escenografía que muestre a sacerdotes realizando ceremonias, sería una buena alternativa para conocer mejor a la civilización que existió en esa zona hace ya tantos años.


Huanca
Frente a una de las pirámides, existe una piedra grande y larga, en forma de reloj solar que apunta y juega con dos pirámides. La plazoleta con el monumento de piedra es quizás el sitio más acogedor de Caral y el que debe necesitar una explicación científica con urgencia. El Proyecto Caral aún está en sus inicios y comentan que sólo el 30% de la infraestructura ha sido excavada y por ende, aún quedan muchas preguntas por contestar.


Pirámide Mayor
La Pirámide Mayor, aparte de ser la pirámide más grande, es la construcción principal de Caral. Cuenta con un pequeño anfiteatro, con dos entradas flanqueadas por dos grandes piedras que hacen las veces de columnas de pórtico y por plazuelas pequeñas.

Alrededor de todas las dunas que entierran parte de la pirámide, notamos con emoción las formas sinusoidales que se crean con el viento, cambiando la estática y geometría lineal de los monumentos, por un movimiento de vida alrededor de la danzante Pirámide Trunca.

El guía nos cuenta que las viviendas de los pobladores de Caral se ubicaban en los alrededores de las pirámides y templos actuales, zona que hoy es una gran pampa desértica. Nos comenta también que usaban silos comunes y que los excrementos eran usados como ofrendas a los dioses.


Valle
La ciudad de Caral está construida en una pampa desértica, encima de una gran loma y en medio de un desierto, o mejor dicho, en una enorme duna de 66 hectáreas, al costado del Valle del río Supe.

Desde puntos estratégicos de Caral, se ve, a lo lejos, el Valle del río Supe; Verde y colorido, es el regocijo visual que nuestros ojos necesitaban después del monótono color del desierto. Es ese mismo río y valle los que le daban vida a los habitantes de esta ciudad, principalmente agricultores y pescadores, y quizás ese mismo paisaje el que inspiraba a nuestros antepasados a vivir tranquilos y en paz.


Epílogo
Caral muestra los restos de una civilización muy antigua que se desarrolló en el Perú, y por eso debemos estar atentos a descubrir qué nos tienen preparado los arqueólogos para conocer más la Nación que somos y poder así ver el futuro con mayor esmero.

Visualmente Caral muestra una infraestructura lineal o geométrica básica, sin mucho arte, pero que muestra un conocimiento científico interesante. Aún así, y si bien todo el paisaje de la ciudadela es muy armónico y simple, está muy lejos de las civilizaciones contemporáneas como Egipto, Mesopotamia o China.

martes, noviembre 14, 2006

Puno



Acabo de regresar a Lima después de cinco días intensos en la sierra sur peruana, cambiando de aire y conociendo aún más la vasta riqueza y el potencial turístico del país.

Salí de Lima el miércoles al mediodía, después de una mañana movida con una reunión importante y una fuerte neblina que casi me hace perder el vuelo. Hace mucho tiempo que no tomaba un avión para un viaje interno y mi primera impresión fue lo bien que han habilitado el nuevo terminal del aeropuerto Jorge Chávez, tanto así que pienso compite mano a mano con cualquier otro aeropuerto del mundo.

El vuelo tomó más tiempo de lo normal por una parada en Arequipa, por lo que llegamos a Juliaca terminando la tarde del miércoles. En el aeropuerto altiplánico nos esperaba toda la alta dirección de Electropuno, quienes nos saludaron y, después de una breve conversación, nos llevaron directamente a Puno, al hotel Qelqatani.

El trayecto de Juliaca a Puno fue rápido pero muy emotivo: el paisaje puneño se enmarca dentro del más perfecto cuadro minimalista existente, y el contraste de celestes con blancos y verdes con amarillos, difuminados a través de la fría y lluviosa ventana de vapor caliente, transmiten grandeza y soledad infinita.

En Puno reposamos unas horas y por la noche, salimos a pasear por el centro de la ciudad. En esa caminata, lo primero que se siente, aparte de un adormecimiento integral generado por la altura, es un choque cultural enorme, propulsado por la presencia de muchos turistas, en especial españoles y por la insólita música gringa que se escucha por todos los rincones del centro de la ciudad: arrullando a una niña en el puesto de artesanías, gritando en la discoteca tempranera más bullanguera del Jirón Lima y relajando a los foráneos en los restaurantes novo-puneños.

En el centro de Puno existen dos lugares principales: la Plaza de Armas y la Plaza Pino, que se conectan entre sí por el Jirón Lima. En la Plaza de Armas, resalta la Catedral por su belleza, icono religioso hecho de piedra de loza rojiza, adornada por algunos tallados y una cruz de madera a la izquierda; y la Municipalidad, un elefante blanco enorme con diseño moderno, que parece traída directamente de Marte para desubicar a los puneños.

Más tarde nos encontramos con representantes de la empresa y fuimos al restaurante Huanchacos, un lugar que mezcla costumbres andinas con norteñas. El local es uno muy cargado, con murales enmarcados de adobe, paredes de totora y una enorme y colorida sombrilla de playa que, colgada del techo, emite excesiva luz. Ese día comí, a recomendación de nuestros amigos, una gran trucha del Lago Titicaca al vapor con legumbres, y tomé una bebida caliente puneña: el Huacsapata, elaborada con vino y pisco. Fue una gran velada y la comida puneña pasó el examen con muy alta nota. Pronto regresamos al hotel, pues al día siguiente teníamos una reunión importante y estábamos cansados del viaje y del primer día en la altura puneña.

La mañana siguiente nos recogieron temprano y fuimos a la reunión pactada. Ahí estuvimos toda la mañana, mientras conversábamos y escuchábamos la sustentación. A la hora de almuerzo nos invitaron al nuevo restaurante del Hotel Sonesta, frente al Lago Titicaca, que tiene una vista privilegiada de Puno y del lago. Cerca al hotel está anclado el barco Yavarí, el más antiguo del Perú, fabricado en Inglaterra en los 1800, desmontado y traído a Puno en burro desde la costa. Cruzamos un momento un puente colgante y visitamos la embarcación. Fue muy peculiar la historia del barco y la simpática manera que tiene el guía de contarla.

Desde el barco se observa, al fondo de la bahía, en la Isla Esteves, el Hotel Libertador, todo blanco iluminando el soleado día puneño y brillando como una perla en medio del Lago Titicaca.

El tiempo era corto, pues el bus a Cuzco nos esperaba a las cuatro de la tarde. Estupefacto por el paraje y comiendo alpaca con gnoccis, no podía dejar de pensar en cómo podría ser el futuro puneño si se sigue trabajando con fuerza hacia delante. El Lago Titicaca tiene una gran riqueza económica y un potencial turístico que podría hacer de la zona un lugar muy desarrollado.

En el terminal de bus nunca olvidaré a una señora anciana aymara que, vestida con poncho muy negro, estaba sentada muy tranquila en una banca. Noté inmediatamente sus innumerables arrugas, que podrían denotar una gran amargura, pero que después de varios segundos de contemplación, reflejan una ternura ancestral.

Puno es inmenso y en cada rincón cercano al lago se respira una calma profunda que da el aire y respiro necesario que todo gerente busca entre sus sábanas de terciopelo y sus perfumados jacuzzis.

Al salir de Puno en bus, en el cerro más alto, un cóndor muy grande vigila Puno. Con sus alas abiertas apunta sigilosamente al Lago y perfuma el aroma con plumas y soledad. Desde el monumento al cóndor hasta las entrañas del lago, se levanta Puno; fluyendo a lo largo de los cerro hasta desembocar en el Lago Titicaca, pasando por plazas, enormes monumentos al Ekeko y la Zampoña, avenidas muy angostas y pendientes, con calles de piedras que parecerían ser el antecesor de las montañas rusas y mezclando construcciones muy antiguas con nuevas.

Estuve muy poco tiempo en Puno, pero fue una experiencia totalmente distinta a lo imaginado. Al contemplar el paisaje de la bahía encontré una paz y belleza única, que me hizo olvidar la hora, el lugar, las personas, Puno y Lima por unos minutos.

Pronto tomamos el bus, y nos fuimos.


miércoles, noviembre 01, 2006

Fabrizzio

El hecho de recordar, una vez más tan directamente, que esta vida no durará para siempre, me pone a pensar sobre el significado propio de la vida y el por qué estamos aquí, adónde vamos, por qué conocí a Fabrizzio, a Boris, a Enrique, por qué nos hemos conocido todos.

Estuve unos minutos en el velorio de Fabrizzio y lo que afloraba, después de una gran tristeza, era un signo de interrogación, uno muy grande que difícilmente será respondido o cambiado.

Y uno puede suponer y analizar que al chofer lo deberían meter preso (lo cual no lo dudo) pero el problema, pienso, va más allá del caótico sistema de transporte de Lima y va cayendo en un tema de una idiosincrasia nacional muy arraigada orientada al hacer lo que “se les da la regalada gana, sin respeto de nada ni nadie”. Y no sólo es el chofer de la combi asesina, sino es en todo nivel.

Creo fervientemente que, en paralelo a la gran pena por lo sucedido, existe una lección, o mejor dicho, un impulso. Y es

Unión


Si bien la primera conclusión es que el sistema de transportes de Lima es un caos y debemos luchar

Deber y libertad

Poner nuestro granito de arena

Sentir mucha pena por Fabrizzio

Adios Fabrizzio. Gracias

Hay que vivir la vida y descubrir el porque de cada acción, oler las flores, caminar descalzo sobre el pasto,

Y, siguiendo al Dalai Lama, descubrir el amor en cada cosa que hagamos, ese amor que es lo que impulsa

Y sacar la enseñanza que nos está propiamente ocurriendo a todos nosotros

Y tratar de dejar nuestra energía por dónde pasemos

saber dónde uno encaja

esta vida no dura para siempre


Hace menos de un mes crucé varios correos con Fabrizzio

Y por más que una combi pueda arrebatarnos la vida, deberíamos preguntarnos si en realidad hemos aportado

“...hace tanto tiempo que no se de nadie de la prom....que seria bueno reencontrarme con los que pueda....ya sabes cualquier cosa que necesites(odontológicamente)ahi está mi consul a tu disposición.....bueno espero que llames o dame tus fonos para quedar un dia de estos y ponernos en contacto.
Un abrazo y saluda a tus Papás de mi parte que siempre me acuerdo de ellos con mucho cariño.”

...pero no lo llegué a llamar... perdona Fabrizzio... prometo oler flores y plantar un árbol en tu nombre. gracias por todo.
JC

Dolor

¿Qué es el dolor?
¿Por qué tenemos que aguantar todos estos retortijones de barriga, migrañas espantosas, muelas desviadas, pisotones profundos, martillazos o ataques?

Estos días he estado con dolor de estómago terrible y me pregunto, ¿por qué existe el dolor?

Y bueno, no es que vivamos

¿Qué quieres vil veneno de la oscuridad? ¿Por qué me acosas de esa manera tan mordaz?

Te siento dentro de mí, luchando por salir

Barbierización Andina


En la navidad del año pasado, y después de mucho tiempo, el tío Gumersindo visitó, por fin, a la familia; Viajó todo un día desde la capital en un bus que por poco termina como chatarra en medio del río Vischongo, y varias horas en un burro desorientado que no quería por nada caminar en el sendero marcado.

Llegó al pórtico muy temprano, tambaleándose por el peso de un enorme paquete tubular que, si bien estaba revestido con manto, dejaba mostrar parte de los exuberantes regalos gringos que tan afanosamente se había encargado de seleccionar en su tour por los hipermercados de la capital.

Antonita fue la primera en ver al tío, y como no lo reconoció, comenzó a lanzar unos gritos y llantos, que despertaron instantáneamente a todo el gallinero; pronto se formó un coro estruendoso de animales de toda índole y naturaleza que despertaron a la familia y a todas aldeas cercanas.

La única que identificó al tío Gumersindo fue su cuñada; y es que sin las ojotas, el pelo largo, y todos lo collares de conchas que usaba, ni su hermano lo reconoció. En Lima, había pasado de chamán a vidente, y se había vuelto casi millonario predicando e inventando el futuro de las señoronas sanisidrinas que buscaban pretextos para volver con sus maridos sacavuelteros. El tío, vestido con una camisa de seda, ropones marrones, zapatillas urbanas y lentes de sol, fue recibido con gran entusiasmo por su hermano que con grandes abrazos lo alabó e invitó a desayunar.

Mientras desayunaban, el tío les contó varias historias de la vida en la capital, cómo había cambiado su vida y hasta que estaba pensando en ir a los Estados Unidos o Europa, en donde hay un mercado mucho mayor de sacavuelteros.
Antonita, siempre preguntona, prestaba atención abriendo con unos ojos enormes, a cada sílaba que salía por la boca del tío; muy atenta, no quitaba los ojos de los lentes oscuros de su tío y más aún cuando él la miraba y podía verse reflejada en las lunas.

Cuando terminaron de comer todas las yucas con leche, el tío Gumersindo cogió su encomienda y comenzó a desenvolver el manto. Poco a poco aparecían paquetes de regular tamaño cubiertos de papeles muy coloridos. Repartió los regalos entre sus extasiados sobrinos que no atinaban a decir palabra alguna.

El regalo de Antonita fue el más emotivo; lágrimas corrían por sus ojos, nunca había recibido algo tan colorido y bonito. Lo abrió muy rápido y pronto se dió con la sorpresa que era una mujer muy pequeña, una muñeca muy blanca con el pelo rubio, tanto que brillaba. Pronto su olor le perfumaba toda la ropa; dormía con la muñeca y no la dejaba por nada. Llego a idolatrarla y hasta decía que era su mamacha y a veces su diosita Mama Ocllo.

El apego por la muñeca llegó a tal extremo que no pensaba ni atinaba a decir alguna cosa que no esté relacionada con la muñeca. Se pasaba horas cogiendole el pelo sentada al costado del río. Corría todas las tardes hasta la zona más blanca del río y cogía la arena y se le refregaba por todo el cuerpo.

Un día hasta se olvidó de arriar a las ovejas y se perdieron antes de llegar al corral. No le importó siquiera sus animales, fieles compañeros de juegos y aventuras desde hacía varios años anteriores.

La barbie cambió la vida de Antonita y pasó a ser parte de su conciente e inconciente.

Un día llegó una turista canadiense que estaba dando vueltas en bicicleta por el medio de los andes. Era rubia de ojos celestes y muy blanca. Cuando la llegó venir, caminando por entre los pastizales, empujando su bicicleta, no pudo contener las lágrimas. Era como si viera a Dios.

al final pierde el sentido y el mundo está loco.

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La

La barbie

quería ser como la mamacha, se comenzó a poner tierra blanca del río en el cuerpo y le salieron hongos

el pelo se lo cortaba y pintaba con colorantes... inca cola..

veía sus piernas muy distints y trata de hacer los pos

los ojos celestes no paraba de mirarlos

el tío le decía lo que debía hacer

preguntaba siempre por qué la muñeca era tan linda?

siempre quería ser como su diosita, se puso x x x

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Mama

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